viernes, 1 de noviembre de 2024

Clavija para Tejer Maorí (Turuturu)

La Clavija para Tejer Maorí (Turuturu) es una clavija datada aproximadamente entre los siglos XVIII d.C. y XIX d.C. (período comprendido entre los años 1.701 d.C. y 1.900 d.C.), perteneciente al arte oceánico, en concreto al arte maorí

Clavija para Tejer Maorí (Turuturu)

Clavija para Tejer Maorí (Turuturu)

Lo primero que se sabe es que procede de la región de Manawatu-Wanganui, localizada en la mitad inferior de la Isla Norte de Nueva Zelanda.

También se conoce que estaba en posesión del antropólogo británico y curador de museos Harry Geoffrey Beasley.

Después perteneció a la colección del marchante de arte polaco, nacionalizado estadounidense, John J. Klejman.

En el año 1.961 d.C. la clavija fue comprada por el político estadounidense y vicepresidente de los Estados Unidos de América Nelson Aldrich Rockefeller.

Entre los años 1.961 d.C. y 1.978 d.C. fue cedida para su exposición al Museo de Arte Primitivo de Nueva York (Estados Unidos de América), un antiguo museo dedicado a las culturas indígenas de Asia, América, África, Europa y Oceanía.

Hasta que en el año 1.979 d.C. la Clavija para Tejer Maorí (Turuturu) fue legada al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (Estados Unidos de América), dónde pasó a formar parte de su colección de arte.

Clavija para Tejer Maorí (Turuturu)
(detalle)



Descripción

Tiene una altura de 37,1 cm, una anchura de 3,8 cm y un grosor de 4,8 cm.

Se trata de una clavija de madera para tejer que incorpora una figura masculina tallada distintivamente con diseños elaborados que acentúan su piel tatuada (moko).

La decoración ha sido tallada en redondo, con intrincados relieves que cubren toda la superficie del cuerpo de la figura, excepto la parte posterior de la cabeza, que es la sede del mana o santidad personal de un individuo.

Se puede apreciar como los codos están apoyados en cada rodilla y los brazos se extienden hacia el mentón, que está sostenido por manos de cinco dedos.

El rostro es dinámico: las muescas en serie acentúan el arco pronunciado de cada ceja, dando paso a surcos más fluidos, líneas alargadas que delinean ojos alargados, los contornos de los labios y la boca.

Además las fosas nasales se ensanchan, la boca está muy abierta y descompuesta, como para consumir éste flujo de energía.

Con respecto a la composición resaltar que los diseños en espiral en cada rodilla se alargan sobre la sección superior del eje pulido y crean un motivo característico de doble espiral, siendo ésta característica la que enmarca el rostro de otro rostro que mira en la otra dirección, atrayendo la mirada hacia la parte posterior y creando una energía y un dinamismo muy admirados en la escultura figurativa maorí.

Para finalizar subrayar que las clavijas para tejer (turuturu) se clavaban en el suelo de dos en dos para colgar fibras de lino preparadas para tejer, siendo la punta de la Clavija para Tejer Maorí (Turuturu) un claro ejemplo de ésta función práctica. 

Es más resaltar que todo el proceso de tejido lo llevaban a cabo las mujeres y se regía por estrictos protocolos rituales.

Las tejedoras novatas se preparaban para entrar en la "whare pora" (casa de aprendizaje), dónde se centraban en recibir el conocimiento de las artes del tejido a través de una serie de "karakia" (oraciones) y ceremonias de iniciación.

Éstas ceremonias de iniciación otorgaban a cada estudiante una mente receptiva y la preparaba para los requisitos necesarios para obtener un conocimiento completo de los conceptos prácticos y espirituales asociados con las artes del tejido.

Aparte como curiosidad un proverbio maorí dice:

" Ko te taura whiri, he whiri i te tangata "

Cuya traducción aproximada es:

" El cordón tejido es como el cordón que conecta a las personas "

Cabe resaltar que la mayoría de las prendas maoríes, incluidas las capas, se confeccionaban mediante una técnica de trenzado como "whatu", en la que se envolvían a mano pares simples o dobles de tramas alrededor de cada hilo de urdimbre.

La preparación práctica de las fibras para tejer era un proceso largo, las fibras de las hojas de la planta de lino se extraían mediante un hábil corte y raspado con una concha, para después lavarlo.

Las fibras preparadas se reunían en rollos y se golpeaban con un batidor de piedra para ablandarlas. El proceso de trenzado comenzaba cuando el tejedor elevaba dos clavijas en el suelo y estiraba entre ellas una sola cuerda de la que colgaban las hebras de lino.

La clavija de la izquierda siempre se dejaba lisa, mientras que la clavija de la derecha estaba tallada y dedicada a la deidad femenina asociada con la luna "Hine-te-iwaiwa".

Las formas más complejas de las clavijas de tejido talladas, como la Clavija para Tejer Maorí (Turuturu), fueron diseñadas para incorporar la potencia espiritual asociada con la diosa, cuya eficacia se creía que se integraba en la textura ligada de la capa, mejorando así la armadura espiritual del portador.

En el contexto del "te ao maorí" (una cosmovisión maorí), ésta única clavija de madera tallada captura la totalidad del universo. Por lo que conceptualmente, la clavija está lejos de ser meramente funcional, sino que encarna una riqueza de asociaciones que aluden al complejo tejido interconectado del mundo.

La madera de la talla emula la rectitud del árbol del que fue tallada, elevándose hacia los cielos oscuros de la noche, dónde se mezcla con la concentración cercana de estrellas en lo alto.

Sobretodo destacar que la clavija tallada y la clavija sin tallas forman un puente vertical y horizontal que une los dos mundos de la tierra y el cielo a través de un único hilo sagrado de fibra, tejido y unido a lo largo del tiempo hasta formar una base (kaupapa) que habla con fuerza de una red de relaciones ancestrales y genealógicas.

El acto de tejer se vio envalentonado por ésta integración de principios cosmológicos en su marco material y fue una estrategia destinada a realzar la eficacia y la potencia de los textiles, que fueron concebidos como un medio para reflejar la estructura misma del universo y nuestra propia relación integral e interconectada con él.

Actualmente se encuentra en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, Estados Unidos de América.

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